Disputa China-Japón por los 8 islotes Diaoyu-Senkaku

China y Japón han reflotado un histórico litigio respecto a la soberanía de los islotes Diaoyu-Senkaku, situados al oeste del extremo occidental de Japón y que no superan los 7 kilómetros cuadrados. Los efectos políticos y económicos derivados de dicha soberanía explican en gran medida la agudización del conflicto. El nuevo episodio de tensiones se originó a partir de la decisión del gobierno chino de delimitar una nueva Zona de Identificación de Defensa Aérea (ADIZ por sus siglas en inglés) en el Mar de China oriental, lo que generó la inmediata alarma de Estados Unidos y sus aliados en Tokio y Seúl. El propio vicepresidente estadounidense, Joe Biden, viajó a la zona para lidiar con la tensión desatada, entrevistándose con autoridades japonesas, surcoreanas y chinas (en Beijing incluso se dio el lujo de llamar a los jóvenes chinos que solicitan visa para viajar a Estados unidos a cuestionar el statu quo político). Biden aseguró ante autoridades japonesas y surcoreanas que “Estados unidos sigue sosteniendo que la política china respecto a delimitar nuevas zonas áreas de defensa es innecesariamente inflamatoria y tiene un impacto desestabilizador en la región”. Tanto Japón como Corea del Sur y Filipinas se niegan a reconocer la nueva ADIZ. Para el primer ministro japonés, Shinzo Abe, la ADIZ china y su reclamo de las islas Diaoyu/Senkaku es parte de una operación más estratégica, destinada a consolidar su predominio regional. A pesar de ser consideradas como terra nullius (“tierra de nadie”) desde el punto de vista del derecho internacional, Japón sostiene que su soberanía sobre los islotes es innegable y se remonta al año 1895, 20 años después de la incorporación del reino de Ryukyu (actual prefectura de Okinawa) a la administración de Tokio. La verdadera razón de la disputa de los Ocho islotes es la reservas petrolíferas que se supone se encuentran en esos peñascos y que enfrentan a las dos potencias.