La pesca artesanal del atún rojo resiste en Cádiz

La pesca artesanal del atún rojo resiste en Cádiz amenazada por la presión de los ecologistas. Cada levantá2 se siente como la última. Hace tres mil años, en la misma atalaya que ahora corona una torreta destartalada y vacía, un centinela fenicio alertaba a los pescadores de que venían los atunes. Les marcaba con señales de bandera la posición del banco y los botes de espigas de cedro, tintados con brea, formaban para armar el cerco. Los marineros tiraban las redes menores y después cerraban la trampa con el azadal, el tendido más duro, arrastrado por anclas de seis quintales. Los jóvenes se lanzaban al mar y arrinconaban a los mejores ejemplares, hasta que los arpones engarfiados los izaban a cubierta. El agua, roja de sangre y negra de cieno, era un hervidero de mugidos y coletazos. LA ALMADRABA EN DATOS 1.205 toneladas de atunes se pescaron la pasada temporada en las almadrabas gaditanas de Barbate, Tarifa, Conil y Zahara. Es el tope de cupo permitido. El 75% de la producción se destina al mercado japonés, el principal consumidor del producto. 500 kilos puede llegar a pesar un atún, aunque el tamaño de las piezas se ha reducido considerablemente en los últimos años. Los ejemplares de ida, que cruzan el Estrecho hacia el Mediterráneo, son los más suculentos. A la vuelta, tras la fecundación, pierden grasa y sabor.