Pachinko y la fiebre japonesa por el juego
Os contábamos hace un tiempo que, en Japón, es ilegal el juego con dinero. Esto descarta cualquier posibilidad de encontrar establecimientos con juegos de casino clásicos: ni póker, ni blackjack, ni ruleta... Pero, como también decíamos, es el japonés un pueblo especialmente aficionado al juego. Para aplacar las ganas optan por las apuestas deportivas (toda una fiebre) y por los juegos de azar sin dinero. Entre estos últimos, la gran estrella es el Pachinko.
¿En qué consiste el Pachinko? En resumen, se podría decir que es un juego que fusiona el pinball clásico con las máquinas tragaperras. El mecanismo es bien sencillo: se trata de propulsar unas pequeñas bolas de metal a través de complicados circuitos de clavos, con el propósito de que caigan en alguna de las zonas con premio. Si no es así, llegarán a un agujero inferior, sin fruto alguno. Las bolas premiadas se acumulan, y luego pueden ser canjeadas por regalos de todo tipo. Las versiones más modernas del pachinko cuentan con una especie de tragaperras digital, y las bolas que caen en la parte central activan los rodillos de la máquina, donde se optará a bonos que significarán regalos.
Por alguna misteriosa razón (a ojos occidentales, claro), el Pachinko ejerce una atracción poderosísima en el japonés medio, pese a que las salas donde lo podemos encontrar tienden a reproducir ambientes algo sórdidos. Al fin y al cabo, que no se juegue con dinero no quiere decir que no existan formas de negocio (el sector factura casi 300.000 millones de dólares anuales), y es muy habitual la posibilidad de cambiar los regalos por dinero de forma, digamos, alegal.
Para atraer la atención del cliente y motivarle a jugar, las máquinas de pachinko cuentan con tres estados posibles, en función al tiempo que se lleve jugando y los premios que se hayan otorgado hasta entonces, elevando poco a poco las probabilidades de obtener premio.
Es recomendable buscar algunos vídeos por Internet para descubrir cómo funcionan estas máquinas y para contemplar atónitos el efecto hipnotizante que tienen, producido sin duda por el ruido de las bolas al caer y la multitud de luces deslumbrantes. Incluso un maestro del cine como Wim Wenders percibió esta extraña fascinación de los japoneses por el pachinko, y link lo incluyó en su mítico documental Tokio-Ga.
El pachinko online, sin embargo, es mucho más amigable y más cercano a lo que puede ser una tragaperras online como las que encontramos en cualquier web de juego. El funcionamiento, pese a todo, es similar: compramos bolas, que lanzamos pulsando un botón y, con suerte, caerán en los agujeros correctos. La emoción, por lo tanto, se mantiene, y nos ahorraremos el dolor de cabeza que provoca oír el ruido de bolas de acero de verdad cayendo y rebotando constantemente a través de laberintos de muelles y plástico. Leer mas en nueva ventana |