La actual constitución de Japón declara al Emperador el símbolo del Estado derivando su posición del deseo de la gente en la cual reside el poder soberano y por ello el Emperador deber realizar sólo aquellos actos en materia de estado que le permita la constitución y no posee ningún poder relacionado con el gobierno de la nación.
Aunque el emperador no tiene poderes relacionados con el gobierno, en los actos diplomáticos y ceremoniales es tratado como "cabeza del estado". Parecido a lo que pasa con la monarquía española.
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